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Mostrando entradas de julio, 2013

Siempre.

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Cuando era pequeña, tu estabas ahí para cuidarme. Cuando me caía, tú estabas ahí para levantarme. Cuando falle en un examen, tú estabas ahí para consolarme. Cuando me rompieron el corazón, tú estabas ahí para colocar toda  la cinta adhesiva y el pegamento necesario. Siempre que pasaba algo o necesitaba de un sabio consejo, tú siempre estabas ahí para dármelo. Siempre haz estado a mi lado, en momentos de felicidad y en los de soledad. ¿Que voy a hacer ahora que tú no estas a mi lado? Te extraño tanto, necesito de tus abrazos, de tu amor maternal... Te extraño tanto que siento que desapareceré si no estas aquí. Ahora estas mejor, lo sé sin embargo no puedo aceptarlo aún; se que tengo que hacerlo pero no puedo dejarte ir tan fácilmente. Te amo, eres la persona más maravillosa que hay en el mundo y a pesar de que ya no te encuentras a mi lado, sé que donde quiera que estés siempre... Siempre estarás ahí para mi. Sin importar lo que nos separa... Recordaré que siempre es

No Puedo Perdonarte.

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Eran las 10 de la mañana, salía de la escuela para dirigir mis pasos al trabajo cuando te vi parado en la acera de enfrente. Me sonreíste como solías hacerlo, fue como volver al pasado por un momento y regresar violentamente al presente. Me pediste que te esperara pero no podía hacerlo, no debía hacerlo. Inicie mi camino con un paso rápido y sin mirar hacia atrás, pero tú cruzaste la calle y corriste detrás de mi hasta que te encontraste enfrente de mi. -Necesito hablarte-. -Pues yo no necesito escuchar nada proveniente de tú boca, así es de que por favor vete-. -No, no me iré hasta que escuches el por qué-. -Si te irás, porque vi y oí todo lo que necesitaba en su momento y ahora no es necesario que me lo expliques-. Hace varios años, lograste que me rindiera ante ti, te amaba tanto pero tú solo te amabas a ti mismo, amabas tu poder y tú ego. Durante ese tiempo yo fui olvidada como quien olvida una pluma en la cafetería o en el trabajo. -Perdóname, se que fui egoísta, v

Juego de Miradas.

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El atardecer iniciaba su corto recorrido por el cielo azul; el mar ascendía y descendía con la ida y venida de las dulces olas. Él se encontraba parado a la orilla de ese mar admirando el hermoso paisaje que lo rodeaba. Ella, completamente embelezada por los tenues cambios de color en el cielo caminaba por esa misma orilla. Ambos podían sentir las débiles olas bajo sus pies; era como recibir una invitación para aventurarse a un mundo nuevo y sorprendente. Una ráfaga de viento marino llegó hasta la orilla. Ella la recibió con los ojos cerrados; mientras que él dejó que esta penetrará en cada molécula de su ser. Conforme avanzaba el atardecer la orilla que ella recorría se hacía más corta y los pasos que daba la guiaban directamente a él. A pesar de que ellos no tenían conocimiento de ese curioso encuentro, era inevitable que ambos avanzaran hacia el con paso firme. Finalmente después de un largo andar por la orilla del mar, ella se detuvo a solo unos pocos centímetros de él.

Un Encuentro Fugaz (Parte 3).

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Caoba con avellana, solo eso podía percibir... -Discúlpame, también venía distraído y no te vi-. Trate de hablar pero me encontraba en un estado de shock mezclado con vergüenza, emoción y estupidez. Ni siquiera era capaz de guardar mis cosas en  la mochila. Me encontraba tan idiotizada que lo único que podía hacer era verlo como tonta. -Oye, realmente te encuentras bien... no pareces estar bien... Oye... Disculpa... ¡Oye!-. Desperté en la enfermería, me dolía la cabeza y sentía mi cuerpo adormilado, lo curioso era que mi mano estaba aún más dormida que el resto de mi cuerpo y se encontraba sometida e inmovilizada por algo muy pesado. Trate de moverla pero realmente no podía; finalmente mire en la dirección correcta y me encontré con la cabeza de alguien; no podía ver su rostro solo podía ver el color castaño claro de su cabello. Sin embargo, no necesitaba ver su rostro para saber quien era esa persona... Su loción me lo decía todo; demonios... ¿Qué marca de loción

Un Encuentro Fugaz (Parte 2).

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Los pacientes llegaron a su fin; el dolor de cabeza atormentaba mis pensamientos y las ganas de vomitar invadían mi estómago. Pablo Gonzáles, medicina, pequeño, popular... La información rondaba constantemente por mis pensamientos. ¡Demonios! y ahora que iba a hacer, esto no podía seguir así; mucho menos si el hombre era tan popular como aparentaba. Trate de no darle mucha importancia pero no podía, Joana al ver mis problemas existenciales por un hombre me invito una cerveza de consolación por mi nuevo amor platónico. - Sofía, no te voy a decir que lo olvides ni nada por el estilo, pero si debes pensar que él está en una carrera difícil y que hay pocas posibilidades de que se vean o incluso que se conozcan-. - Lo sé, pero me gustaría intentarlo... Tal vez conocerlo un poco más, platicar, etc-. - Eso sería genial, pero primero debemos encontrar la forma de hablarle, ¿No crees?-. - Si, es cierto, creo que tienes un punto Joana, ahora entiendo porque hu

Un Encuentro Fugaz (Parte 1).

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Lo conocí saliendo del consultorio, justo cuando me encontraba lista para atender a mi siguiente paciente. Levanté la mirada para pronunciar el nombre de la lista que me encontraba leyendo cuando su mirada choco con la mía. Él era extrañamente cálido y curioso, basta con decir que su mirada era simplemente misteriosa. Nuestro contacto fue breve, el desvió el rostro y continuó su camino sin siquiera voltearme a ver nuevamente, yo me quede estática y con la respiración al máximo. Joana mi compañera de consulta salió a ver porque tardaba tanto en entrar. -Sofí ¿Porqué tardas tanto en entrar?, ¿Pasó algo?- Apenas podía articular palabras, realicé un esfuerzo sobrenatural y logré hablar -Mmmmmm, no nada todo esta bien... Luisa Ortiz, adelante por favor-. Senté a la paciente, escuche sus problemas, la revisé, le recete los medicamentos adecuados, le recomendé lavarse los dientes regularmente, utilizar hilo dental, visitarme periódicamente, me despedí de ella y yo simplem