Un Encuentro Fugaz (Parte 2).
Los pacientes llegaron a su fin; el dolor de cabeza atormentaba mis pensamientos y las ganas de vomitar invadían mi estómago.
Pablo Gonzáles, medicina, pequeño, popular... La información rondaba constantemente por mis pensamientos. ¡Demonios! y ahora que iba a hacer, esto no podía seguir así; mucho menos si el hombre era tan popular como aparentaba. Trate de no darle mucha importancia pero no podía, Joana al ver mis problemas existenciales por un hombre me invito una cerveza de consolación por mi nuevo amor platónico.
- Sofía, no te voy a decir que lo olvides ni nada por el estilo, pero si debes pensar que él está en una carrera difícil y que hay pocas posibilidades de que se vean o incluso que se conozcan-.
- Lo sé, pero me gustaría intentarlo... Tal vez conocerlo un poco más, platicar, etc-.
- Eso sería genial, pero primero debemos encontrar la forma de hablarle, ¿No crees?-.
- Si, es cierto, creo que tienes un punto Joana, ahora entiendo porque huele a quemado-.
-¡Ja!, pero que mensa eres-.
La risa logro despejar el ambiente, pero no podía dejar de pensar en él, en esos ojos misteriosos, en sus labios...¡Carajo!, otra vez estoy divagando.
El siguiente día llegó y yo seguía sin saber que hacer, las clases comenzaban a las 7:00 am y no terminaban sino hasta pasadas las 4:00 pm. ¿Dónde estará?, ¿Ya habrá llegado a clase?, era inevitable, realmente estaba obsesionada con él; llevaba mucho tiempo desde que me había enamorado de alguien por última vez y ahora se sentía como la acumulación de muchos años de ilusiones y deseos fracasados.
Estomatología, farmacología, sistemas de mantenimiento y regulación del cuerpo, bla, bla, bla; estaba a punto de suicidarme por el aburrimiento cuando llego Joana, llena de felicidad y de una idea que me volvería loca.
-¿Qué crees?, hoy vamos a sacarle una foto a tu amor platónico pero tú se la debes de pedir-.
-¡Estás loca!, ni se te ocurra que voy a atreverme a hacer eso, ¿Cómo demonios crees eso?-.
-Vamos no seas cobarde es ahora o nunca-.
A jalones me saco del salón y nos pusimos a buscar a Pablo por toda la escuela, lo encontramos saliendo del baño; sin embargo, justo cuando Joana saco la cámara del celular y me soltó, salí corriendo de la escena directo al baño de mujeres, el cual se encontraba en la otra puerta de la que él había salido. Al pasar cerca de él, pude sentir su loción, rozando mi nariz... era una mezcla de caoba con avellana, casi me desmayo de lo embelesador que era su aroma.
15 minutos después de mi brutal y cobarde huída al baño, llego Joana feliz porque había logrado tomar la foto perfecta, le pedí que me la pasará y durante el resto del día no despegue la mirada de mi celular observando la belleza de ese hombre.
¿Cómo hablarle?, ¿Cómo no salir corriendo?.. Definitivamente no tenía el valor para acercarme, soy demasiado cobarde, era arriesgarme mucho y no tenía ganas de que mis sentimientos fueran rechazados como muchas veces antes.
Creo que debo dejarlo así, antes de que mi obsesión llegue a propagarse y se vuelva una enfermedad, creo que debo de olvidar que existe y continuar con mi vida...
Se convertirá solo en un encuentro pasajero, en solo un amor de minutos que nunca llego a ser nada más.
¡Rayos!, ya empezó la clase de mecanismos de control de la infección, salgo disparada hacia el salón y por ir tanteando el celular en la mochila, me estrello con alguien, nuestras cosas caen al suelo, maldigo por lo bajo.
-¡Mierda! ya estuvo que no llegue a clase, otra falta más-.
Enojada empiezo a levantar las cosas del suelo. La otra persona hace lo mismo, pero no me atrevo a levantar los ojos porque de lo contrarío acabaría gritando hasta de que se iba a morir, aunque después de analizarlo por unos minutos, creo que fue mi culpa.
-Discúlpame, no te vi, creo que fue mi culpa-.
Por primera vez desde que nos estrellamos, levante la mirada y fue justo ahí... cuando me quede sin palabras que decir...
Por: Jimena Mena.
Esta es la segunda entrega de esta historia, la cual empieza a tomar una forma extraña y curiosa, espero les guste muchísimo, quiero agradecer a la persona que me otorgo el honor de contar su historia a través de mis palabras, le mando un gran beso y abrazo.
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