No Puedo Perdonarte.

Eran las 10 de la mañana, salía de la escuela para dirigir mis pasos al trabajo cuando te vi parado en la acera de enfrente.

Me sonreíste como solías hacerlo, fue como volver al pasado por un momento y regresar violentamente al presente. Me pediste que te esperara pero no podía hacerlo, no debía hacerlo.

Inicie mi camino con un paso rápido y sin mirar hacia atrás, pero tú cruzaste la calle y corriste detrás de mi hasta que te encontraste enfrente de mi.

-Necesito hablarte-.

-Pues yo no necesito escuchar nada proveniente de tú boca, así es de que por favor vete-.

-No, no me iré hasta que escuches el por qué-.

-Si te irás, porque vi y oí todo lo que necesitaba en su momento y ahora no es necesario que me lo expliques-.

Hace varios años, lograste que me rindiera ante ti, te amaba tanto pero tú solo te amabas a ti mismo, amabas tu poder y tú ego. Durante ese tiempo yo fui olvidada como quien olvida una pluma en la cafetería o en el trabajo.

-Perdóname, se que fui egoísta, vanidoso y muchas cosas más, por favor perdóname-.

-El tiempo para perdonarte venció el día en que renunciaste a mi, el día en que esa noche me dijiste que te habías aburrido de mi y que tenías cosas más importantes que yo-.

Soy una verdadera idiota por pensar que serías diferente a los demás.

- No Guillermo, no puedo perdonarte-.

-Sé que aún me amas y se que podrás perdonarme en algún momento-.

Aunque te amará, nunca lo haría, como es posible que aún no lo entiendas.

-Esta conversación ya me aburrió, tengo que irme... Si me disculpas-.

-... Leonor, ¿Cuál es tu respuesta?-.

Volteo a verte, te ves cansado pero aún conservas la belleza que me enamoró, tus ojos analíticos, tu cabello negro, tu piel...

-Mi respuesta es no-.

Te hago a un lado y sigo caminando. Espero que sientas lo que yo sentí hace 5 años.

Vuelves a correr hacia mi, puedo escuchar tus pasos. Me tomas del brazo y me jalas hacia ti con violencia; me arrinconas en la pared. Trato de empujarte pero eso solo ocasiona que tu cuerpo se junte más al mío.

Tomas mi rostro con fuerza y me obligas a besarte, lucho pero tú no cedes... Te muerdo pero eso hace que me beses con más pasión. Intento no rendirme... Pero sigues en mi mente como una herida abierta a la que le caen 3 gotas de limón.

Finalmente ganas y respondo a tu beso, negar que no te amo es como negar mi propia existencia. Te separas ligeramente de mi, me miras directamente a los ojos, me sonríes...

-¿Crees que puedas perdonarme?-

Es con esa pregunta que mi corazón... Empieza a dudar...




Por: Jimena Mena.




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