Un Encuentro Fugaz (Parte 3).
Caoba con avellana, solo eso podía percibir...
-Discúlpame, también venía distraído y no te vi-.
Trate de hablar pero me encontraba en un estado de shock mezclado con vergüenza, emoción y estupidez. Ni siquiera era capaz de guardar mis cosas en la mochila. Me encontraba tan idiotizada que lo único que podía hacer era verlo como tonta.
-Oye, realmente te encuentras bien... no pareces estar bien... Oye... Disculpa... ¡Oye!-.
Desperté en la enfermería, me dolía la cabeza y sentía mi cuerpo adormilado, lo curioso era que mi mano estaba aún más dormida que el resto de mi cuerpo y se encontraba sometida e inmovilizada por algo muy pesado. Trate de moverla pero realmente no podía; finalmente mire en la dirección correcta y me encontré con la cabeza de alguien; no podía ver su rostro solo podía ver el color castaño claro de su cabello.
Sin embargo, no necesitaba ver su rostro para saber quien era esa persona... Su loción me lo decía todo; demonios... ¿Qué marca de loción será? es simplemente irresistible. No quería despertarlo pero realmente perecía que ya no tenía brazo de lo dormido que estaba.
Trate de moverme delicadamente pero... Supongo que no fue lo suficiente, ya que se despertó sobresaltado y en menos de lo que pensaba ya estaba parado buscando un vaso de agua para darme.
-Ten... ¿Ya te sientes mejor?-.
- Si muchas gracias, ¿Qué fue lo que paso?
-Bueno, te desmayaste, de acuerdo con el doctor fue por cansancio y estrés-.
-Ahhh, ya, creo que debo dejar de pensar de más o si no mi cabeza explotará y mi cerebro pasará a ser parte del decorado de la pared-.
Mi tontería le dio mucha risa y eso me ayudo a tranquilizarme y a darme más confianza para hablarle.
-Creo que no nos hemos presentado adecuadamente... Hola soy Sofía y tú ¿eres?...-
-Hola... soy Pablo gusto en conocerte en una forma un poco extraña-.
Sonreí con timidez aunque realmente lo que quería era matarlo, conocerme de manera extraña, como se nota que no existía en su mundo perfecto y popular... porqué... ¡ya me habías conocido!... ¡Idiota!... Pero claro como acordarte de una persona a la quien solo viste de reojo. Esta bien que sea ligeramente invisible pero por lo menos ocupo un lugar en el espacio.
Estaba a punto de decirme algo debido a la pequeña expresión de enojo que se reflejo en mi rostro por los pensamientos que recorrían mi mente pero en ese momento el doctor, Joana y un grupo de niñas de procedencia dudosa entraron abruptamente a la habitación en la que me encontraba. Joana fue directo a mi lado y me pregunto si estaba bien. El doctor se dedico a llenar el historial médico y a revisar respiración, pulso y más; mientras tanto las mocosas de procedencia dudosa se dedicaron a alabar a Pablo, a decirle lo hermoso y valiente que era como si fuera un caballero o Dios.
Santo cielo casi vomito de tanta... Melosidad, (no se de que otra forma llamarlo), era horrendo de soportar y me di cuenta de que él realmente se encontraba fuera de mi alcance; era inútil pensar en algo más con él, simplemente era demasiado popular y hermoso para... Bueno... para alguien como yo.
La habitación estaba demasiado ruidosa y se había vuelto sofocante, les pedí a todos que se fueran y me dejaran descansar en paz, la enferma era yo, no Pablo, estaba tan molesta conmigo misma que literalmente saque a gritos a todos. Ahora no solo era rara y odiada, sino que también era enojona y gritona; brillante mi popularidad aumentaba con cada día que pasaba.
El doctor me recomendo descanso y mucha agua, me dio un justificante y me saco a patadas de la enfermería, había perdido medio día y muchas clases, día perdido, que verdadero desperdicio... Decidí irme a mi casa, así que pase por mis cosas, me fije que nadie notara mi huída y justo cuando la puerta de salida quedaba a centímetros de mi, alguien grito mi nombre y ese alguien era él.
-Hola... De nuevo... Puedo preguntarte ¿A dónde vas con tanto sigilo?-
-A mi casa, solo que no quería que nadie me viera para que nadie me preguntara nada-.
-Oh, ya veo, creo que arruine esa parte ¿verdad?-.
-Si un poco, dime ahora que frustraste mis planes, ¿Qué puedo hacer por ti?-.
Me encontraba enojada, sí, lo admito en ese momento solo quería que desapareciera; me sentía como una tonta, como una plebeya que anhela casarse con un príncipe, pero que con el solo hecho de pensarlo es ofensivo y prohibido. No quería verlo, era tanto mi deseo por él que simplemente se convertía en algo absurdo y sin sentido.
-¿Qué puedes hacer por mi?, suena un poco raro, ¿No crees?, pero ya que preguntas... Quería saber si ¿te gustaría ir a comer conmigo?, solo para conocernos mejor, claro si esta bien para ti-.
Mi corazón comenzó a aumentar la velocidad, el bombeo de mi sangre fue incrementándose por todo el cuerpo, las piernas comenzaron a temblarme y mi boca empezó a tartamudear... Y ahora... ¿Qué iba a hacer?..
Por: Jimena Mena.
Queridos lectores, esta es la tercera entrega de un encuentro fugaz, espero les guste mucho y más adelante habrá una cuarta parte que nos dirá todo lo que va a pasar con el amor de Sofía.
Espero sus comentarios y por favor peguen este fragmento en todas sus redes sociales.
Les mando un súper beso y un gran abrazo ;)
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