Concédeme Este Tango.
La lluvia cae incansablemente sobre la ciudad. Las estrellas luchan por salir de entre las nubes y la luna... La luna busca brillar en lo más alto del cielo. La noche inunda la ciudad, las calles cambian de aires y las personas tratan de refugiarse de la rutina que los invade diariamente. Sentada bajo el techo de un kiosco en medio del parque, disfruto del delicioso olor a tierra mojada y humedad que me ofrece la lluvia. Desearía que el mundo se detuviera en ese momento, que no hubiera nada más de que preocuparse. La lluvia, la luna, el parque, los olores, todo aquello genera en mi cuerpo una dulce nostalgia. La presencia de alguien más en el kiosco me saca de mis pensamientos. Alto, de mirada penetrante, cabello negro, labios gruesos y manos perfectas. Lleva un traje negro que lo hace ver elegante y perfecto. Me sonríe y se sienta en la banca frente a mi, se quita el saco y lo deposita a un lado de él junto con el portafolio. Saca del bolsillo del pantalón su celular, ha