Tía Chofí.
Este poema, para mi expresa una curiosa forma de amar y odiar a una persona, es como percibir las dos caras de una moneda.
Es un poema que me gusta mucho por la forma de expresión, por los sentimientos que emite, y la manera de enmarcar ese resentimiento por su muerte y al mismo tiempo ese amor hacia la persona; es simplemente inexplicable e increíble.
Espero que les guste este poema de Jaime Sabines tanto como a mi.
Les mando un beso ;)
...
Amanecí triste el día de tu muerte, tía Chofí,
pero esa tarde me fui al cine e hice el amor.
Yo no sabía que a cien leguas de aquí estabas muerta
con tus setenta años de virgen definitiva,
tendida sobre un catre, estúpidamente muerte.
Hiciste bien en morirte, tía Chofí,
porque no hacías nada, porque nadie te hacía caso,
porque desde que murió abuelita a quien te consagraste,
ya no tenías nada que hacer, y a leguas se miraba
que querías morirte y te aguantabas.
¡Hiciste bien!
Yo no quiero elogiarte como acostumbran los arrepentidos,
porque te quise a tu hora, en el lugar preciso,
y harto se lo que fuiste, tan corriente, tan simple,
pero me he puesto a llorar como una niña porque te moriste
¡Te siento tan desamparada,
tan sola, sin nadie que te ayude a pasar la esquina
sin quien te de un pan!
Me aflige penar que estas bajo la tierra
tan fría de Berriozábal,
sola, sola, terriblemente sola
como para morirse llorando.
Ya se que es tonto eso, que estas muerta,
que más vale callar,
¿Pero qué quieres que haga
si me conmueves más que el pensamiento de tu muerte?
Ah, jorobada tía Chofí,
me gustaría que cantarás,
o que contarás el cuento de tus enamorados
los campesinos que te enterraron solo tenían
tragos y cigarros.
Y yo no tengo más.
Ha de haberse hecho el cielo ahora con tu muerte,
y un Dios justo y benigno ha de haberte escogido.
Nunca ha sido tan real eso en lo que tú creíste.
Tan miserable fuiste que te pasaste dando tú vida
a todos. Pedías para dar, desvalida.
Y no tenías el gesto agrio de las solteronas,
porque tú virginidad fue como la preñez de muchos hijos.
En el medio justo de dos o tres ideas que llenaron tú vida
te repetías incansablemente
y eras la misma cosa siempre.
Fácil, como las flores del campo
con que las vecinas regaron tú ataúd,
nunca has estado tan bien en ese abandono de la muerte.
Sofía, virgen, antigua, consagrada,
debieron enterrarte de blanco
en tus nupcias definitivas.
Tú que no conociste caricia de hombre
y que dejaste que llegaran a tú rostro arrugas antes de besos,
tú, casta, limpia, sellada
debiste llevar azahares tu último día.
Exijo que los ángeles te tomen
y te conduzcan a la morada de los limpios;
Sofía virgen, vaso transparente, cáliz,
que la muerte recoja tu cabeza blandamente
y que cierre tus ojos con cuidados de madre
mientras entona cantos interminables.
Vas a ser olvidada de todos
como los lirios del campo,
como las estrellas solitarias;
pero en las mañanas, en la respiración del buey,
en el temblor de las plantas,
en la mansedumbre de los arroyos,
en la nostalgia de las ciudades,
serás como la niebla intocable, hálito de Dios que despierta.
Sofía virgen, desposada en un cementerio de provincia,
con una cruz pequeña sobre tu tierra,
estás bien ahí; bajo los pájaros del monte,
y bajo la hierba, que te hace una cortina para mirar al mundo.
Jaime Sabines.
Un beso ;)
Es un poema que me gusta mucho por la forma de expresión, por los sentimientos que emite, y la manera de enmarcar ese resentimiento por su muerte y al mismo tiempo ese amor hacia la persona; es simplemente inexplicable e increíble.
Espero que les guste este poema de Jaime Sabines tanto como a mi.
Les mando un beso ;)
...
Amanecí triste el día de tu muerte, tía Chofí,
pero esa tarde me fui al cine e hice el amor.
Yo no sabía que a cien leguas de aquí estabas muerta
con tus setenta años de virgen definitiva,
tendida sobre un catre, estúpidamente muerte.
Hiciste bien en morirte, tía Chofí,
porque no hacías nada, porque nadie te hacía caso,
porque desde que murió abuelita a quien te consagraste,
ya no tenías nada que hacer, y a leguas se miraba
que querías morirte y te aguantabas.
¡Hiciste bien!
Yo no quiero elogiarte como acostumbran los arrepentidos,
porque te quise a tu hora, en el lugar preciso,
y harto se lo que fuiste, tan corriente, tan simple,
pero me he puesto a llorar como una niña porque te moriste
¡Te siento tan desamparada,
tan sola, sin nadie que te ayude a pasar la esquina
sin quien te de un pan!
Me aflige penar que estas bajo la tierra
tan fría de Berriozábal,
sola, sola, terriblemente sola
como para morirse llorando.
Ya se que es tonto eso, que estas muerta,
que más vale callar,
¿Pero qué quieres que haga
si me conmueves más que el pensamiento de tu muerte?
Ah, jorobada tía Chofí,
me gustaría que cantarás,
o que contarás el cuento de tus enamorados
los campesinos que te enterraron solo tenían
tragos y cigarros.
Y yo no tengo más.
Ha de haberse hecho el cielo ahora con tu muerte,
y un Dios justo y benigno ha de haberte escogido.
Nunca ha sido tan real eso en lo que tú creíste.
Tan miserable fuiste que te pasaste dando tú vida
a todos. Pedías para dar, desvalida.
Y no tenías el gesto agrio de las solteronas,
porque tú virginidad fue como la preñez de muchos hijos.
En el medio justo de dos o tres ideas que llenaron tú vida
te repetías incansablemente
y eras la misma cosa siempre.
Fácil, como las flores del campo
con que las vecinas regaron tú ataúd,
nunca has estado tan bien en ese abandono de la muerte.
Sofía, virgen, antigua, consagrada,
debieron enterrarte de blanco
en tus nupcias definitivas.
Tú que no conociste caricia de hombre
y que dejaste que llegaran a tú rostro arrugas antes de besos,
tú, casta, limpia, sellada
debiste llevar azahares tu último día.
Exijo que los ángeles te tomen
y te conduzcan a la morada de los limpios;
Sofía virgen, vaso transparente, cáliz,
que la muerte recoja tu cabeza blandamente
y que cierre tus ojos con cuidados de madre
mientras entona cantos interminables.
Vas a ser olvidada de todos
como los lirios del campo,
como las estrellas solitarias;
pero en las mañanas, en la respiración del buey,
en el temblor de las plantas,
en la mansedumbre de los arroyos,
en la nostalgia de las ciudades,
serás como la niebla intocable, hálito de Dios que despierta.
Sofía virgen, desposada en un cementerio de provincia,
con una cruz pequeña sobre tu tierra,
estás bien ahí; bajo los pájaros del monte,
y bajo la hierba, que te hace una cortina para mirar al mundo.
Jaime Sabines.
Un beso ;)
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