Todos los días cuando realizo el largo camino a casa, un tren se detiene en la estación, abre sus puertas, deja salir a todas las personas que han llegado a su destino y da la autorización de subir a aquellas que aún se encuentran buscándolo. Curiosamente yo no lo he encontrado; la paciencia conjugada con la búsqueda no es mi mejor característica, digamos que mi fuerza de voluntad no es de las más perseverantes, simplemente necesita un pequeño impulso para sobrevivir de manera cotidiana, es por eso que prefiero vivir mi vida a través de los ojos del mundo que me rodea. Me siento en un lugar indiferente y observo el paisaje en que me encuentro, admiro la velocidad con la que viajamos, la oscuridad que superamos, pero sobre todo observo el vagón en el que me encuentro y finalmente me doy cuenta de todas las personas que están ahí. ¿Qué piensan...