Quédate.
Es tarde... La ciudad duerme... Me levanto de la cama, salgo al balcón y prendo un cigarrillo. La noche es fría, un escalofrío recorre mi espina y penetra en lo más profundo de mi cuerpo. Volteo a verte, duermes pacíficamente en mi cama completamente desnudo, te admiro y comienzo a arrepentirme. Las preguntas se amontonan en mi cabeza, ¿Porqué me conociste? ¿Porqué me necesitas? ¿Porqué me amas? Quiero dejarte, ¿Porqué no puedo dejarte?.. Enciendo otro cigarrillo, eres hermoso... Tú cuerpo, tus labios, tú respiración tranquila y armoniosa... Te odio... Te odio tanto... No merezco estar en esta situación, no quiero... No quiero. Le doy una calada al cigarrillo y las lágrimas comienzan a rodar por mis mejillas... Te despiertas, me buscas en la cama y no me encuentras... te angustias... recorres el cuarto con la mirada hasta que me encuentras en el balcón, desnuda, fumando, reflexionando y mirándote. Te levantas de la cama y caminas hacia mi, me sonríes, hurtas mi cigar